Mientras Wu-Yin explora mi escritorio y trata de tirar todo a su paso, recuerdo perfectamente las palabras de mi flaco:
"Me cambiaste todo mi fin de semana, con lo que me encanta eso".

La Chente Web es una página para disfrute del Frijolito! única y exclusivamente porque sé que es el único capacitado para leerme.

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Cuentole que estaba enfadado, hastiado, contrariado, enojado por tener la fortuna de encontrarme de frente al Maratón de la Ciudad de México.

Me dió una maravillosa vuelta por todos los rincones del Centro Histórico que no conocía solamente para darme cuenta que estaba dando vueltas en círculos igual que en The Blair Witch Project.

Por alguna extraña razón, todas las desviaciones llevaban a Izazaga y regresaban por cualquier calle para llevarte a la entrada del Hotel Bamer. Poco a poco empezaba a darme cuenta que me llegada al trabajo sería retrasada no tan solo por las fabulosas vueltas a lo desconocido, sino porque se las ingeniaron para que, una vez dentro del Centro Histórico, no pudieras salir.

Recorrí Romero de Terreros, la colonia Roma en su vastedad, Concepción Béistegui, Avenida Coyoacán, Divisón del Norte, Insurgentes Sur cerrado, hasta que, de repente, frente de mí, se apareció la conocidísima avenida Félix Cuevas. Mi vida se iluminó al darme cuenta que había una salida, una única salida que tendría que aprovechar en ese momento. La puerta falsa no se presentaba ante mí como un suicidio, sino como una avenida, una bendita avenida dentro de ese laberinto llamado Ciudad de la Esperanza.

Como buen habitante de la Ciudad, después de mentar madres a todo mundo, andar en sentido contrario en siete avenidas, llegué a mi destino, el Distribuidor Vial de San Antonio. Mi carita se ensombreció aún más cuando descubrí que llegaba 45 minutos tarde a mi empleo, solamente porque a alguien se le ocurrió que en domingo la gente no trabaja.