¡El código de barras es nuestro enemigo!
Recordando mi visita por Valleys
City, recordé que uno de los preceptos para que alcanzara el presupuesto era,
precisamente, comprar donde no hubiese cajas registradoras capacitadas para leer
códigos de barras.
Esto fue muy útil en las tiendas del ISSSTE (dicen que significa Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, pero Oscar y yo
estamos de acuerdo en que es el Instituto de Salubridad de las Sexo Servidoras
que Trabajan en su Esquina). En Valleys City aún no se contaba (en estas
tiendas) con el famoso scanner para código de barras. Así que, la hazaña
consistía en tomar un precio de cualquier producto, quitar el precio original
del artículo deseado y pegar sobre el rastro el precio nuevo (lógicamente, de
menor precio). Así, una lata de chiles chilpotles mediana nos salía en solo 2.90
cuando en realidad costaba 6.70 (mejores descuentos ni en Carrefour); una caja
de galletas, de 27.50 a 19.80; chocolate ibarra, de 10.00 a 7.60; puré de tomate
del fuerte, de 8.90 a 4.50.
Por supuesto que la lista no es interminable, al contrario, fueron pocos los
productos. El caso es que hay que tener maestría para reetiquetar los precios.
La movida está en poder quitar un precio sin romperlo, porque ahora hasta los
adheribles tienen diferentes escisiones que pueden desbaratarlos. Por el
contrario, si se encuentra volando y, mejor aún, sobre alguna lata (no sobre la
etiqueta) o sobre el abre fácil, ya la hiciste, solamente tienes que tomarlo
completamente de las partes que están volando, halar hacia el centro, y ¡voilà!
(se pronuncia "vualá", wey) tienes un precio a la mano.
Ahora viene la parte difícil: quitar un nuevo precio y reetiquetar... Sólo
necesitas observar que el precio que colocaste es menor al que tiene la etiqueta
original. Al otro producto le quitas el precio de cualquier manera posible
evitando traerte la etiqueta o media presentación con el adherible a deshacer.
Si quedan mancuitas o una raspadura pequeña, no te fijes, la podrás cubrir sin
dejar rastro, sólo pon ahí mismo la etiqueta nueva y preséntate en cajas, como
si nada. Verás que el resultado siempre es alentador: sin código de barras te
darán más por menos dinero.