Esta es una historia local

 

De todas las historias que recolecto por el universo, hay una en particular que me hace recordar la ingenuidad de la gente. En el pueblito de Ranchipú, la gente, como en todo buen pueblito de provincia, es muy chismosa y siempre quiere estar enterándose de todo. Los Ranchiputenses sabían exactamente cuándo nacería el hijo de fulanita y que su verdadero padre era el gringo que se fue hace meses; que Chonita, la viuda, gustaba de manosear a los jovencitos y se rumoraba que también a las muchachitas. Eso sí, el suceso más importante de Ranchipú se llevo a cabo cuando se anunció, en el altavoz de la tienda de Tía Zenaida, que llegaría al pueblo un espectáculo que presentaba ni más ni menos al pan que habla.

Todo mundo empezó por mercarse su boleto para conocer al dichoso pan que habla. Las muchachas ofrecían su virginidad a cambio de un boleto, se pagaron cantidades superiores a los quinientos mexican pesos por ver el espectáculo, algunos empeñaron pertenencias y otros asesinaron con tal de robar el acceso a tan maravilloso espectáculo.

Llegó el día anunciado y se montó una carpa enfrente de palacio municipal. Toda la gente estaba impaciente, ese día nadie fue a trabajar y no hubo quien alimentara a los animales. Entre cuchicheos y porras, la carpa se levantó en un par de horas y la gente se empezó a acomodar en los asientos improvisados para tal efecto.

Apareció un anunciador, de esos que tienen voz de ceremonia. El tipo gritaba: -¿A quién vienen a ver?- y el pueblo, al unísono contestaba: -¡Al pan que habla!-, y se escuchaban los coros

"Pan que habla", "pan que habla",

"pan que habla",

"pan que habla",

"pan que habla",

 

El animador tomó una bocanada de aire y con su peculiar voz anunció: Con ustedes el pan que habla.

Todo el público se quedó callado. Sobre una plataforma ascendente, apareció del suelo una charola de oro y, sobre ella, una rebanada de pan tostado Bimbo. El anunciador gritó: sólo uno de ustedes, sólo uno, podrá presenciar de cerca este acontecimiento, ¿quién será el afortunado?

Entonces, toda la gente se alborotó, todos querían tener la fortuna de ver de cerca al pan que habla. Entonces, se le solicitó a un viejito que pasara al frente, pero ante la emoción, le dio un infarto. De cualquier manera, eso provocó la movilización de nadie, todos estaban esperando la oportunidad de ver al pan que habla, y en efecto, así fue. Pasó una jovencita que moría de los nervios para ver al pan que habla. El anunciador se acercó a ella, se acercó el micrófono y, sigilosamente, le dijo: -no hagas ruido, acércate lentamente-.

La chica obedeció al pie de la letra. Se acercó y se le cayó la baba sobre el pan. El anunciador , al observar el terror de la chica por haber babeado sobre el pan que habla, la tranquilizó diciendo: presiona el pan donde babeaste, sin miedo.

La Chica obedeció al instante, y en eso el anunciador preguntó: -¿Qué sucede?
La Chica contestó asombrada: "-Este pan, está blando-"